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A DEMOLER SE HA DICHO

La Hora

20 de febrero del 2014

Eso de ser país petrolero tiene sus bemoles, parecería que queremos tenerlo todo nuevo, nuevito, que hasta tenemos plata de sobra y que algunos edificios que podrían ponerse en uso, o espacios que inclusive no tienen tantos años de construcción, de pronto desaparecen casi como por arte de encantamiento; claro, esto es un decir, porque indudablemente los pobres vecinos de los predios en mención bien que tuvieron o tienen que soportar el polvo, el paso de los camiones y hasta los ruidos que ocasionan toneladas de materiales que caen y que luego deben ser recogidos y trasladados.

 

La famosa licuadora, uno de los símbolos del Quito moderno, que por supuesto muchos cuestionaron en cuanto a su arquitectura, en su momento, cuando se construyó, es uno de los últimos registros de destrucción que tenemos en la capital de los ecuatorianos, y se lo está demoliendo por etapas, precedido hace no mucho por la plaza deportiva, y se anuncia también la demolición del antiguo registro civil y de la dirección provincial de salud en el centro histórico.

 

Pero tampoco Guayaquil se queda atrás en este afán demoledor, el edificio del ministerio de agricultura, con sus 25 pisos y un auditorio, está en proceso de desaparecer.

 

Entiendo que existen razones técnicas, en la mayoría de los casos, que propician las demoliciones, pero no podemos dejar de pensar en que con frecuencia estamos asistiendo a la desaparición de ciertos inmuebles, unos más altos o representativos que otros, que indudablemente cuestan enormes recursos al erario nacional, por lo que sería bueno reflexionar si en todos los casos están justificados y si la inversión que luego debe hacerse es prioritaria considerando las otras necesidades que los gobiernos, tanto el nacional como los locales, deben atender.

 

Otro de los temas de discusión, sobre todo en la capital de los ecuatorianos, es el estrago que los trabajos de construcción del metro, le pueden hacer al maravilloso centro histórico de Quito, considerado el mejor conservado de América, primer patrimonio cultural de la humanidad.

 

Solo unos apuntes para la reflexión.

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

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