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REFLEXIONES

La Hora

23 de diciembre de 2013

 

Hay tiempos que se prestan más que otros para bucear en el interior de uno mismo y sacar de esa búsqueda algunas reflexiones, o para mirar en derredor y obtener tal vez la respuesta a preguntas por largo tiempo formuladas.
 
Una de esas épocas es la de la Navidad; si, aunque parezca extraño, en medio de las carreras, de las prisas, de los afanes, de las compras, de mirar desesperadamente si nos alcanza el dinero para todo lo que tenemos que adquirir para responder a la múltiples demandas. Si, tal vez después de que la cena concluya, de que las cosas están en su sitio, de que quienes vinieron para saludarnos han retornado a sus hogares o de que nosotros hayamos retornado al nuestro, viene un momento de calma, de tranquilidad, para pensar en el verdadero sentido de estas fiestas, en la razón de ser de un tiempo en el que se habla del amor y de la paz.
 
Por ello, vale la pena cerrar los ojos, para no seguir deslumbrados por las luces, poner la mente en reposo, dejar que las extremidades de nuestro cuerpo caigan un tanto laxas y dejarnos invadir por un sentimiento de paz, de cordura, de tranquilidad, de bienestar que se comparte con quienes más queremos.
 
Dejar que nuestra conciencia recorra los vericuetos de lo que constituye  nuestra vida, pensar que las carreras por el mundo y sus consecuciones son menos importantes de lo que habíamos imaginado y que el calor de la mano del niño que nos acompaña, tiene mucho más valor, que la sonrisa de los ancianos de la familia vale mucho más la pena, que la sensación de calor que proporciona una familia es algo extremadamente valioso y hay que preservarlo.
 
Pensar en lo que hacemos, en la forma en que queremos vernos de aquí a algunos años, tal vez nos ayude en ese  momento de reflexión, tratando de conservar el optimismo, de mantener la concordia en medio de los avatares que cada vida conlleva.
 
Esa paz que la reflexión en lo ocurrido hace más de dos  mil años, como muestra del sacrificio supremo nos trajo, puede muy bien servir de motivo para la reflexión en este período de navidad y antes de que entremos de lleno en el maremágnum que las celebraciones del nuevo año nos suelen traer.
 
Felicidad para todos! Paz, amor, ventura, amor por nosotros mismos y por nuestros semejantes.

 

 

 

ROSALÍA ARTEAGA SERRANO.

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